Los que me conocen saben que soy especialmente quisquillosa con la construcción de las frases y la utilización de las palabras. Ello me ha traído más de un quebradero de cabeza en el trabajo y también en casa, pero pienso que si no usamos correctamente las palabras estamos generando comunicaciones equivocadas.
Cuando hago proyectos de estrategia para las marcas, me concentro en elegir bien el verbo que define el objetivo y el complementario que encaja como estrategia, al igual que busco y rebusco hasta dar con el adjetivo que define el tono. Y no es por un alarde de “snobismo lingüístico” sino porque creo que la traducción en palabras de lo que pretendemos comunicar pone en riesgo y a la vez da mucho valor a las marcas. La consecuencia para mí no es que consigo tener una marca bien construida o una campaña bien enfocada, sino que estoy ayudando a un negocio a prosperar.
La construcción de las marcas en la mente del consumidor podemos decir que se consigue desde las emociones que conseguimos generarles, pero los que trabajamos en marketing y comunicación sabemos que antes de generar cualquier pieza de comunicación, la tenemos que explicar a quien la va a traducir en lenguaje publicitario o periodístico. Poner esa explicación negro sobre blanco es un ejercicio al que se le reivindica continuamente su valor, ¡no sé porqué cuesta tanto escribir un briefing!. O de hecho, sí lo sé. Escribir nos obliga a pensar, a ordenar las ideas, a elegir las palabras, y, en el caso de que escribamos sin pensar y ordenar, evidencia que no lo hemos hecho. Enfrentarme a un briefing mal escrito es una de los momentos más difíciles cuando recibo un proyecto, porque desencadena en mi cabeza una serie de preguntas que necesito aclarar para cumplir con el objetivo del proyecto y que en algunos casos, pone en apuros a quien tiene que responder las preguntas. Y enlazo así con el inicio de este post.
Dejando aparte el caso concreto de los briefings, últimamente me veo corrigiendo también algunos de los artículos que veo publicados al hilo del uso de las Redes Sociales como herramienta de marketing y comunicación.
Es cierto que acceder a las Redes Sociales es gratis pero no admito de ninguna de las maneras que se diga que hacer comunicación en ellas es gratis.
¿Dónde estamos mirando?, ¿qué estamos haciendo los profesionales de la comunicación cuando decimos que hay que saber contactar con las personas?, ¿por qué la comunicación en televisión se asume universalmente que sí tiene un coste y en internet no?, ¿acaso porque en TV hay que pagar a las cadenas para emitir o porque hay que hacer un spot o quizás por ambas cosas? Disculpad, pero en la Blogesfera y las Redes Sociales hay que crear las piezas de comunicación correspondientes y se llaman, posts, discusiones, dinamización de grupos, y muchas otras cosas que son igual o más sofisticadas que una cuña de radio, un spot o un publirreportaje.
¿Por qué se está dispuesto a dejar en las manos de alguien que escribe por 80 centimos de € un post en un blog para darle difusión a la marca?, ¿y por qué no se paga eso mismo al gabinete de prensa que escribe un artículo sobre nuestra marca para una revista de papel? De hecho la pregunta es,
¿si el reportero de la revista en papel nos dijera que cobra 80 céntimos de €, nos fiaríamos de la calidad de su trabajo?
He declarado mi batalla abierta a todos los que, quizás por hacer un uso poco ortodoxo de las palabras, dicen que hacer comunicación en Internet es gratis. No por fanatismo, no porque defienda a los Ilustres Académicos de las Lenguas que las estudian y protegen. O quizás también. Pero sobre todo porque hay una gran industria que aún está por nacer, que muchos estamos construyendo desde la innovación, el estudio de las nuevas tendencias y el esfuerzo y que, cuando cualquiera de los que, bajo la etiqueta de “divulgador sobre esto del Internet 2.0” dice que comunicar en Internet es gratis, está destruyendo. Es muy fácil regalar el trabajo, especialmente si no es el propio.
Si las empresas necesitan de expertos que cuiden sus marcas en los medios off line, a quienes reconocen su valía y su trabajo con la remuneración correspondiente, ¿por qué tenemos que admitir que cuidarlas en el medio on-line es gratis? Quizás pueda ser más barato, pero eso, en cualquier caso siempre tendrá que explicarse con respecto al objetivo que se pretende y en términos de eficiencia y no en términos absolutos.
Tengamos claro lo que ofrecemos y no nos dejemos ofuscar por el corto plazo ni por los modelos de negocio trasnochados. El valor está, como siempre, en el talento que debemos exigir en todas fases de la cadena de producción de la comunicación.
La comunicación en la Web 2.0 es la clave para conectar con el consumidor del siglo XXI. En los años 60, los publicitarios vendieron bien su llave al medio rey de entonces, la televisión. Yo personalmente, voy a reivindicar el espíritu de la Gauche Divine 2.0.
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Alicia Mª Iglesias @aliciamiglesias